lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo 43

El canto siguió toda la noche y yo me deleite escuchándola. Lo que se cantaban eran poemas y pareció que las cantaban un hombre. Le fui a interrogar un poco y me dijo que le estaba cantando a su amada. Entendía su estado por lo que no le interrogué más y regrese a mi puesto. Al amanecer del día siguiente algo muy raro pasó. Me llamaron a gritos por mi ayuda y cuando llegué adonde me llamaban me encontraba en una clase cuarto donde me ordenaron ver por un hueco. Desde el hueco se podía ver una ventana con barrotes de oro. En ella había una mujer la cual me estaba declarando su amor hacia mí. Para empeorar las cosas ella era la hija del rey del castillo. Le dije que no podía aceptar el amor ni nada parecido, que ya tenía a mi bella Dulcinea. Pero la joven que me acompañaba me dijo que al menos le diera mi mano para que ella pudiera desahogar su deseo. Así fue como de repente que atrapado. Cuando estreché mi mano me dijo que mejor fuéramos a un lugar mejor. Una vez que llegué me senté en una gran silla. Luego sin saber lo que estaba pasando la otra mujer me encarceló a la silla. Me quedé encarcelado y al parecer nadie me escuchaba.

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