martes, 24 de agosto de 2010

Capítulo 36-37

Al día siguiente me desperté con un gran dolor de cabeza. Me sentía desganado y no que ría salir de mi habitación, pero no fue así. Cuando todavía no había terminado de despertarme llegó Cardenio a mi cuarto diciéndome que había llegado una gente al castillo y que traían a una mujer misteriosa. La mujer estuvo en una silla a lado de mi habitación. Al rato cuando ya me había despertado totalmente, fui a hablar con Sancho. Necesitaba contarle mi experiencia a alguien, una historia tan excitante necesitaba ser contada. Le conté que el gigante que había matado, dejo grandes ríos de sangre. Sancho al escuchar esto reaccionó de manera sorprendente. Me empezó a decir que lo que había destruido eran cueros de vino y que los ríos de sangre no eran más que ríos de vino tinto. ¡Qué pena con Sancho! Porqué será que siempre sale con estas historias tan absurdas. Luego de una de nuestras típicas disputas Sancho me explicó lo que estaba sucediendo en el salón. Parece que la misteriosa mujer era Dorotea, no Micomicona como pensó Sancho en primer lugar. Ella estaba conversando con Cardenio y yo quería saber que estaba pasando. Cuando me dirigí a hablar con ellos un tal Fernando que estaba acompañando a Dorotea me detuvo. Fernando me dijo que no podía hablar con ella y luego le dijo a los otros habitantes del castillo que me iba a llevar a mi casa. Qué idea tan descabellada espero que esto sea una broma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario