domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo 12-13-14

Al día siguiente, un cabrero amigo de los pastores con los que Sancho y yo estábamos, nos aunució la muerte de un pastor por la culpa de los amores de una mujer muy hermosa, llamada Marcela. Me mostré muy curioso por esta historia ya que soy un romántico. El cabrero accedió a contarme la historia. Me contó que la mujer rechazaba a todos los hombres, inclusive a los hombres que su tío le proponía. Tanto rechazo causó que su uno de sus pretendientes se muriera por tanta depresión. El cabrero me contó que el entierro era el día siguiente era el entierro. Me dijo que no fuera ya que no sería adecuado ya que sus familiares no me conocían. Obviamente estaba en un grandísimo error ya que al parecer no sabía que yo era el Quijote de la Mancha y que al ir les daría un gusto a sus familiares poder ver a tan ilustre personaje entre ellos. Con ese pensamiento me quedé dormidoy soñe con una gran fiesta donde todos me respetaban y adoraban. Al día siguiente me desperté bastante temprano para ir al entierro. La historia me conmovió mucho y me llegó la necesidad de conocer esa tal Marcela. Durante el trayecto me vi sorprendido por la falta de visión de los pastores. Les conté que yo era un caballero andante, y que tenía que estar siempre armado, defender la causa justa y ser protector de los oprimidos. También les dijo que en lugar de dedicarle sus victorias a Dios, se las dedica a su amada. Por esto los pastores me creyeron loco, algo que me impactó y que cambió profundamente mi relación con ellos.
Al llegar al entierro Crisónomo, el hombre muerto, estaba en un baúl lleno de papeles en que había escrito sus últimos versos. Un hombre se acercó al baúl y cogió unos de sus últimos versos. Mientras más leía más intrigado y triste me sentía. Sus versos eran profundamente amargos, algo que me impacto. Parece que cuando Marcela estaba ausente, como cuando escribió los versos, sentía una profunda agonía. Recuerdo resaltar palabras como celos, abandono y confusión. Aún así, no negaba su belleza tanto moral como física. Al finalizar el canto, Marcelo se presentó en el entierro dando argumentos los cuales le quitaban toda culpa de matar a Crisónomo. Escuché muy detenidamente sus argumentos, los cuales parecían tener la razón. En ellos ella decía que vivía en la montaña para no molestar a nadie y que no era culpa de ella que Crisónomo se hiciera ilusiones sin darle esperanzas. Con esto me paré al frente de todos y defendí a Marcela, haciendo así lo que era justo. Luego de esto el entierro prosiguió de manera normal pero sí había un ambiente tenso. Al finalizar, los pastores al despedirnos nos recomendaron viajar a Sevilla la cuál era una tierra llena de aventuras, pero les dije que primero quería explorar esta zona.

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